Esperanza de Dios

La Bendita Tierra tiene poco que ofrecer a los No Bautizables, por eso el Vaticano les anima a emigrar como colonos a Esperanza de Dios (a cambio de un generoso óbolo, por supuesto), donde podrán prosperar sin que nadie les pregunte por su fe. Para Jara y su amado Lami, todo va bien, cultivan la tierra y ven crecer a sus hijos, Fatimelu, Soado, Elisélip y Fusal, hasta que una erupción solar agosta sus campos y roba la razón de Jara.

Participé con este relato en la V edición del concurso «Tierra de Leyendas» y fue publicado en el libro del concurso.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Suite de La Alcazaba

El hijo de un hombre

Su día de suerte